«Cuarenta años después podemos comprobar que internet, así como las nuevas tecnologías que ha impulsado, no son tan globales ni tan abiertas como habíamos esperado. La tecnología no es neutra: la imaginan, diseñan, crean, construyen y utilizan personas. Por lo tanto, reproduce sus intenciones, prioridades, expectativas, filias y fobias.
Esto nos ha llevado a una tecnología centrada en un usuario que siempre es un hombre blanco, joven y sano, y que no tiene en cuenta a las personas que no encajan en este molde. Si nos centramos en las mujeres, esto implica un Mr. Internet que ignora a la mitad de la población del planeta».