«Cuando hablamos con la editora de hasta dónde desnudarme, le dije casi todo. Lo he hecho así para hacer algo que se saliera de la típica historia de: «Me quedé en silla de ruedas, adapté el baño y luego ya bien». Tu vida no se pone en paréntesis hasta que adaptas el baño y a lo mejor no todo es genial desde que lo haces. Hay que narrar las etapas y cómo lo vives. Hay días que jode y lo asumes. Hay días que dices qué bien estaría tener brazos, no hay que negarlo. Eso no implica que esté todo el día lamentándome. Se puede ser feliz con casi todo. El ser humano tiene una capacidad de adaptación asombrosa, pero nos cuesta más tiempo, más esfuerzo y más dinero»
Fotografía de Jaime Oriz