Picasso, el desarrollo de un niño

«Eso lo dibujaría un niño». Picasso no deja indiferente y siempre provoca, incluso comentarios inapropiados hacia un pintor de su relevancia. Antes de él la pintura era pintura, después el arte sería para siempre otra cosa.

El caso es que el propio Picasso decía de sí mismo que «desde niño pintaba como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño».

Pablo Picasso «Corrida de toros y palomas» 1890 Museo Picasso, Barcelona Fuente: http://www.pablo-ruiz-picasso.net/work-3936.php Con 8 años, Pablo Ruíz domina la perspectiva y dibuja de una forma madura. Muestra palomas de perfil, de frente o incluso en tres cuartos de perfil. En la corrida de toros hay un solo punto de vista, las manos y el cabello de los toreros están dibujados en conjunto y todo con un extraordinario detalle.

Pablo Picasso
«Corrida de toros y palomas»
1890
Museo Picasso, Barcelona
Fuente: http://www.pablo-ruiz-picasso.net/work-3936.php
Con 8 años, Pablo Ruíz domina la perspectiva y dibuja de una forma madura. Muestra palomas de perfil, de frente o incluso en tres cuartos de perfil. En la corrida de toros hay un solo punto de vista, las manos y el cabello de los toreros están dibujados en conjunto y todo con un extraordinario detalle.

Su obra infantil, la que pintó siendo niño, asombraba por su precocidad y maestría.

Mis primeros dibujos nunca se han mostrado en una exposición de dibujos infantiles. Me faltaba la torpeza de un niño, su ingenuidad. He hecho dibujos académicos a la edad de siete años, con una precisión de la que me asusto.

A los dieciséis años ya había sido admitido en la Academia de San Fernando de Madrid, no le quedaban metas que superar en España y pronto emigraría a París. Que desde allí rendiría al mundo y fallecería inmortal es algo bien conocido.

Pero ¿es verdad que Picasso pintaba como los niños? ¿Podría el espectador que ufano pretende desmerecer la obra picassiana imitar el dibujo infantil?

Todos podemos dibujar, mejor o peor, porque el dibujo es una habilidad humana. Dibujar implica a la vista —percepción— y a la mano —motricidad—, el dibujo es el fruto de la coordinación de ambas pasada por el tamiz del cerebro, con sus emociones y sus ideas.

El dibujo es pues un objeto físico que representa una idea que a su vez es fruto de la percepción de lo físico. Está limitado por las capacidades perceptivas, mentales y ejecutivas del cerebro y es un reflejo de estas capacidades, inmaduras aún en la infancia y por tanto cambiantes con la edad.

A través del dibujo podemos intuir como discurre el neurodesarrollo de un niño, como se van desarrollando la vista y la habilidad manual, como se coordinan entre ellas, pero también como son los procesos mentales y las emociones del dibujante.

El dibujo infantil no es torpe ni ingenuo, como lo describía Picasso, es simplemente infantil. Un reflejo de su mundo que muestra muy bien sus capacidades. El niño domina la expresión plástica antes que la verbal, inicialmente su comprensión del mundo es sensorial y se lo representa físico y concreto aunque impregnado de sensaciones y emociones. Mientras adquiere el lenguaje hablado, le resulta más fácil e inmediato expresar su mundo en imágenes, con la aparición de las palabras la comunicación será más inmediata, fluida y llena de matices.

La mayoría de los niños empiezan a pintar en cuanto son capaces de hacer una «prensión cubital». Más o menos a la misma edad en que empiezan a usar la cuchara, alrededor del año de vida, los niños cogen el lápiz con toda la palma, la mano cerrada en un puño con el pulgar hacia arriba. Esta postura dificulta la precisión y favorece el dibujo de garabatos sin ninguna forma ni patrón reconocible. Poco a poco, a lo largo del próximo año, irá cambiando la empuñadura del lápiz hasta cogerlo entre el pulgar y el índice. Con una mejor precisión y con un sistema visual más evolucionado y mejor coordinado con la mano, trazará líneas cada vez más complejas, irá incorporando el repertorio de formas básicas. Primero, hacia los dos años, las líneas horizontal y vertical; progresivamente el círculo, la cruz, el cuadrado; y por fin, con siete años, dibujará el rombo. Desde muy pronto dibuja la figura humana, el tema más frecuente a cualquier edad, cada vez más completa y detallada. Al principio será un monigote con un círculo por cabeza y líneas que representan el tronco y las extremidades, después el monigote se hará sexuado, se irán diferenciando todas las partes del cuerpo y por fin tendrá extremidades dibujadas con un doble contorno, con volumen. Hacia los siete años la mayoría de niños dibujan la figura humana con todos sus detalles bien diferenciados y en diferentes posturas. Hacia los once la creatividad se desborda y es máxima.

Pablo Picasso «Ciencia y Caridad» 1897 Museo Picasso, Barcelona. Fuente: http://colleccio.museupicasso.bcn.cat/eMuseumPlus?service=direct/1/ResultListView/result.t1.collection_list.$TspTitleLink.link&sp=10&sp=Scollection&sp=SfieldValue&sp=0&sp=8&sp=3&sp=SdetailList&sp=0&sp=Sdetail&sp=3&sp=F&sp=T&sp=3 Un cuadro académico y clásico en el que se aprecia su perfección pictórica aunque era solo un adolescente.

Pablo Picasso
«Ciencia y Caridad»
1897
Museo Picasso, Barcelona.
Fuente: http://colleccio.museupicasso.bcn.cat
Un cuadro académico y clásico en el que se aprecia su perfección pictórica aunque era solo un adolescente.

Viendo los dibujos del Picasso niño, salta a la vista el precocísimo desarrollo de su percepción, de su trazo y precisión y, por supuesto, de su creatividad. Todo en esos dibujos es de una madurez plástica extraordinaria, además de mostrar una pasmosa seguridad en sí mismo. Es fácil comprender que sorprendan, incluso al Picasso adulto, porque a penas encontramos en ellos los rasgos definitorios del dibujo infantil.

El Picasso niño no usa la esquematización como hacen los otros niños de su edad que, por su todavía reducido «vocabulario» gráfico, tienden a usar una misma forma para representar cosas diferentes. Por ejemplo, un círculo sirve para la cabeza, los ojos o las manos de una persona, pero también para dibujar la copa y las hojas de un árbol, unas flores o para definir la cabeza, el cuerpo y las patas de una tortuga. Pablo Ruíz dibuja las palomas, las personas o cualquier otro tema con un detalle extraordinario, muy lejano a esta esquematización. Tampoco encontramos en él ninguna de las otras estrategias de representación propias de los dibujos infantiles. No elige el perfil más reconocible de un objeto —las palomas, por ejemplo, las dibuja desde distintos ángulos, no están siempre de perfil—. Representa los elementos similares en conjunto, sin necesidad de diferenciarlos todos, el cabello no lo dibuja pelo a pelo ni las manos dedo a dedo. Coloca los objetos como un dibujante maduro, usa una sola perspectiva y un único punto de vista, por lo que se solapan cuando conviene, y guarda las proporciones. Todo esto es muy reseñable, ya que en el dibujo infantil las figuras no se solapan —los sombreros se colocan tangentes a la cabeza—, cada objeto se muestra con su perfil más reconocible y de esta manera aparecen dibujados con diferentes perspectivas. Todo es precoz y asombroso en este niño.

Pablo Picasso «Mujer llorando» 1937 Tate Gallery, Londres. Fuente: http://www.tate.org.uk/art/artworks/picasso-weeping-woman-t05010 Como sucede en el dibujo infantil, aquí todo está en un mismo plano en el que se muestran a la vez diferentes perspectivas, eligiendo siempre la más reconocible. Los cabellos, las cejas y las pestañas están dibujados uno a uno. El pañuelo y las manos que lo sostienen son "transparentes", nos dejan ver lo que hay debajo. Las formas, bien delimitadas, tienen un borde marcado y los colores no son "de verdad" sino que se usan como elemento emocional.

Pablo Picasso
«Mujer llorando»
1937
Tate Gallery, Londres.
Fuente: http://www.tate.org.uk
Como sucede en el dibujo infantil, aquí todo está en un mismo plano en el que se muestran a la vez diferentes perspectivas, eligiendo siempre la más reconocible. Los cabellos, las cejas y las pestañas están dibujados uno a uno. El pañuelo y las manos que lo sostienen son «transparentes», nos dejan ver lo que hay debajo. Las formas, bien delimitadas, tienen un borde marcado y los colores no son «de verdad» sino que se usan como elemento emocional.

Con dieciséis años no tenía ya nada que mejorar, para superarse a sí mismo tenía que superar la pintura de su tiempo. Para construir a Picasso había que deconstruir a Pablo Ruíz.

Y eso hace en los siguientes años. El período azul, el rosa, el protocubismo, la búsqueda de un nuevo lenguaje pictórico que le llevará al cubismo. Contemplar su obra es observar su constante metamorfosis, la experiencia de sus sentidos filtrada por su cerebro y plasmada por su mano.

«Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso».

Pablo Picasso «Françoise Gilot con Claude y Paloma» 1951 Fuente: http://www.settemuse.it/pittori_scultori_europei/picasso/1951_pablo_picasso_854_francoise_gilot_con_claude_e_paloma.jpg La esquematización, los planos tangenciales, el uso de una misma forma para representar distintos objetos, la ausencia de perspectiva natural y la presentación de todos los objetos en su perfil más reconocible, son características inequívocamente infantiles.

Pablo Picasso
«Françoise Gilot con Claude y Paloma»
1951
Fuente: http://www.settemuse.it
La esquematización, los planos tangenciales, el uso de una misma forma para representar distintos objetos, la ausencia de perspectiva natural y la presentación de todos los objetos en su perfil más reconocible, son características inequívocamente infantiles.

En Picasso encontramos, ahora ya sí, los elementos típicos del dibujo infantil. Desaparece la perspectiva espacial, el fondo bien delimitado, la proporción entre los objetos, la superposición. Dibuja perfiles imposibles que muestran el plano más reconocible de un objeto, las formas están bien delimitadas por un contorno distinto, usa distintas perspectivas a la vez, conquista el espacio llenándolo de planos angulares. El cubismo libera a la pintura de la ilusión pictórica, abstrae las formas abandonando la percepción convencional. El color, alejado de lo natural, cobra un protagonismo nunca visto antes, se asocia a la emoción en una unión perdurable.

La obra de Picasso es un ejercicio intelectual continuo, ningún otro pintor desnudó tanto su cerebro dejándolo a la vista de quien contempla su obra.

«No nací aprendido, pero he aprendido desde que nací».

Pablo Picasso «El toro» Serie de litografías pintadas entre diciembre 1945 y enero 1946 Fuente: http://www.descubrirelarte.es/2014/04/16/picasso-fascinado-por-la-tauromaquia.html En esta serie Picasso representa una figura de toro (quizá el animal que más veces pintó y con el que él mismo se sentía identificado) que va transformándose desde un dibujo más naturalista hasta simplificarlo en una figura que evoca el arte primitivo. Un resumen de la evolución de su propio arte.

Pablo Picasso
«El toro»
Serie de litografías pintadas entre diciembre 1945 y enero 1946
Fuente: http://www.descubrirelarte.es
En esta serie Picasso representa una figura de toro (quizá el animal que más veces pintó y con el que él mismo se sentía identificado) que va transformándose desde un dibujo más naturalista hasta simplificarlo en una figura que evoca el arte primitivo. Un resumen de la evolución de su propio arte.