José Ramón Alonso: «La enfermedad te permite conocerte un poco mejor»

José Ramón Alonso es doctor en Biología y catedrático de Biología Celular en la Universidad de Salamanca, de la que ha sido rector. Es doctor honoris causa por universidades de Colombia, Bolivia y Perú, e investigador posdoctoral y profesor visitante en universidades de Alemania y Estados Unidos. Ha dirigido quince tesis doctorales y ha publicado más de ciento cincuenta artículos en revistas internacionales especializadas en neurociencia. Es autor del blog UniDiversidad y cuenta con una producción de veintitrés libros de divulgación científica, entre los que hay títulos como ¿Quién robó el cerebro de JFK? – Tiempos bélicos y Neurociencia (Ed. Calamo) y Neurozapping.  Aprende sobre el cerebro viendo la televisión (Ed. Laetoli). Ha ganado algunos de los principales premios de divulgación científica de España, como el Teresa Pinillos (Universidad de La Rioja), el Tesla (Naukas) y el Prisma (museos científicos coruñeses).

¿Cómo es tu relación con la enfermedad? ¿Alguna experiencia traumática o catártica?

Asociamos demasiado la enfermedad con la muerte. Es la vida la que está siempre unida a la enfermedad, enfermamos porque estamos vivos y mientras vivimos, está siempre junto a nosotros. Tengo una foto muy querida, de niño, enfermo, metido en la cama y rodeado de mis hermanos y con unos libros preparados para agarrarlos en cuanto la fiebre lo permitiese. Es maravilloso leer bien tapado asomando apenas una mano con solo un poquito de fiebre. Las experiencias más duras no son directamente propias sino de personas muy queridas que una enfermedad me arrebató. Te trasladan a un planeta distinto donde de repente todo cambia, ya no es tu padre el que te cambia los pañales sino tú el que lo haces por él. Y hay algo de justicia en ello, de canturrearle cosas para que duerma, de darle la comida despacito con una cuchara, de quererle como él siempre te ha querido. La enfermedad es la gran igualadora.

Si somos memoria, ¿el Alzheimer nos mata en vida?

La enfermedad de Alzheimer nos diluye, nos desgasta, nos borra poco a poco. Nuestra trayectoria vital es un sumar, incorporamos experiencias, aprendizajes, recuerdos, sentimientos, hasta lecturas. El Alzheimer nos va quitando, nos raspa lenta pero inexorablemente. Es ahí donde descubrimos que el yo, nosotros mismos, es frágil, no es eterno, no está tallado en roca, somos un puzle y de repente, las piezas empiezan a desaparecer. Es una enfermedad cruel pero esas ausencias que crea, esos huecos que abre como si fuera la polilla del cerebro, también nos dice cuánto tenemos, cuánto somos, qué rico y maravilloso es vivir.

Jung dijo que «la vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir». ¿Escribir es una forma de vivir una vida no vivida?

Sí, te trasmutas en personajes. Siempre hay algo de ti pero puedes subirte a las jarcias de un buque corsario, o recorrer Macondo o sujetarle la lanza a Ivanhoe mientras se prepara para la justa final. Y lo más hermoso es que lo puedes compartir, tiendes la mano a alguien, a un desconocido y le dices «sube, ven, merece la pena vivirlo». Escribir es lo más parecido que conozco a soñar.

En el contexto de la enfermedad, ¿la vejez termina por convertirse en una victoria? ¿Cómo te gustaría llegar a ese último tramo?

La vejez es una etapa, distinta y especial por ser la última pero una etapa más. Creo que puedes llegar victorioso o derrotado, tener una vida larga puede ser una maravilla, un castigo o un absurdo. Me gustaría llegar tranquilo, sin sufrimientos y rodeado de nietos. Me gustaría seguir teniendo ilusiones, rosales que plantar y libros por escribir, me gustaría estar a gusto conmigo mismo, contar historias y pensar que dejo el mundo un poco mejor de lo que lo encontré.

¿Qué no salva? ¿Qué salva al ser humano? En La peste de Camus, en una ciudad asolada
por una epidemia, es el humanismo lo que salva a sus personajes.

La bondad. El ser capaz de arrancarte el rencor, la envidia, la rabia como una piel vieja, ser capaz de perdonar y olvidar y que el mal no deje rastro en ti. Puedes tener cicatrices, pero no heridas abiertas.

Este libro de relatos «disecciona» la enfermedad desde la narrativa. ¿Qué autor o autora (no necesariamente de literatura) han retratado mejor la esencia de la enfermedad?

Lo pienso y me viene a la cabeza Goya y ese retrato que regaló a su médico, el doctor Arrieta. No es tan bueno pictóricamente como otras obras pero está lleno de verdad, de eso que llamas la esencia de la enfermedad. También recuerdo a Kafka y un cuento inquietante como todos los suyos titulado El artista del hambre. La tuberculosis había llagado el esófago al escritor y no podía comer, el hambre le atenazaba. Sabía de lo que hablaba. Pienso en esas enfermedades históricas y en cómo las hemos ido dejando atrás. No hay que dejarse engañar por los apologistas del pasado, vivimos en la mejor época de la humanidad.

¿Qué hay de positivo en la enfermedad?

Conocerte un poco más a ti mismo, conocer a tus amigos, a los que de verdad te quieren. Es siempre un tiempo de pensar, de valorar lo que tienes, de repasar los mejores recuerdos y de hacer planes.

Un poco de marketing para terminar: ¿por qué hay que comprar Disecciones?

¿Por qué hay que comprar un libro? Los que los compramos miraríamos con asombro si alguien nos hiciera ese pregunta. Es un paquete compacto de placer, de pensamiento, de compañía, de encontrarte con un desconocido que en cierta manera te habla también de ti. A cambio de un puñado de euros te dan algo que no se gasta, no se estropea, se puede prestar, regalar, revisitar. Envejece contigo y sí está, de verdad, a tu lado en la salud y en la enfermedad. No hay otra cosa igual, nada de lo que compro me da tanto como me dan los libros. Y ya que el tema es enfermedad, vivo mi biblioteca como un hospital para la mente, para los males que tuve o los que algún día tendré. Ni lo dude, cómprelo.

Página del libro con la biografía de JR Alonso

Esta entrevista ha sido realizada por Ruperto Mendiry, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, ha desarrollado buena parte de su carrera profesional en Diario de Navarra (1997-2008). En 2008, se incorpora a la Fundación Arquitectura y Sociedad como director de Comunicación, lo que le permite profundizar en el ámbito de la comunicación corporativa y la gestión cultural. Dos años después, crea con Patxi Antón, Boutade Comunicación. Ha completado su formación en el ámbito del diseño web y la imagen corporativa, además de distintas herramientas para el diseño gráfico y editorial.