Deborah García Bello: «Cuando algo te emociona tienes la necesidad de compartirlo»

A finales de mayo, en el marco de las charlas Naukas Kausal 2016, tuve la oportunidad de mantener una larga conversación con Deborah que jamás olvidaré. Paseando y tapeando por Vitoria, experimenté uno de esos momentos tan especiales en los que eres consciente que conectas a la perfección con otro ser humano. Deborah no es solo una sublime profesora, poeta y divulgadora científica, es una mujer que te envuelve con su sensibilidad, inteligencia y cultura.

Charlar con Deborah siempre es un placer y hemos creído que la publicación del primer libro de divulgación científica de nuestra colaboradora Todo es cuestión de química, era una ocasión perfecta para hacerlo.

Deborah García Bello

Deborah García Bello

Vayamos a los orígenes, ¿cuándo surgió tu pasión por la Química?

Mi pasión por la química surgió en los años de instituto. Tuve un profesor maravilloso, Joselu Sanz, durante varios años, que me dio clase de química, entre otras asignaturas de ciencias. Recuerdo a la perfección cómo explicaba cada uno de los conceptos de química que nos enseñaba, sus modos, sus historias, entre la realidad y la ficción, sus expresiones. Su estilo forjó mi forma de entender la ciencia, de valorar aspectos que por aquel entonces me eran abstractos, como la elegancia y la libertad. Nos llevaba al laboratorio a hacer experimentos de toda clase, con lo que había por allí. Mezclaba a la perfección la importancia de ser meticuloso y hábil en el laboratorio, con la sensación de libertad, esa magia de los experimentos que a veces salen y a veces no salen como uno espera, y es igualmente enriquecedor sea como sea porque la verdad está en el experimento, no en lo esperábamos que saliese.

¿Y el interés por divulgar la ciencia? ¿Cómo nació DIMETILSULFURO? ¿Pensaste que llegaría a tener tanto éxito?

El interés por divulgar la ciencia nació al mismo tiempo que mi interés por la ciencia. Como todo en la vida, cuando algo te emociona tienes la necesidad de compartirlo. Todo lo que aprendía en el instituto, y más tarde en la carrera, tenía que regalárselo a los demás. Al principio pensé que eso formaba parte de mi vocación docente, pero iba más allá, no me llegaba con compartirlo con mis alumnos, sino que, si podía llegar a más gente, tenía que intentar que llegase. No sabía muy bien cómo dar ese paso.

«El interés por divulgar la ciencia nació al mismo tiempo que mi interés por la ciencia»

Todo surgió un verano que pasé en Madrid. Mi pareja entonces, mi marido en la actualidad, estaba trabajando allí, así que me fui a vivir temporalmente a Madrid y dediqué aquella época a pensar cómo podría compaginar mi trabajo como profesora con algo más. Ese algo más podría ser un blog, pensé. Me gusta escribir y lo hago bien, así que parecía una buena idea.

Como quería que ese algo más también beneficiase a mis alumnos, doté al blog de una plataforma en la que colgar todos los exámenes, ejercicios de clase, apuntes… Hice una cuenta de Twitter para que estuviesen atentos a las novedades del blog y también a la actualidad científica.

El nombre del blog me parece muy representativo de lo que uno se puede encontrar en él, y muy representativo de cómo soy yo: una de las cosas que más echaba de menos en mi estancia en Madrid era el olor a mar de Coruña. La principal sustancia responsable del olor a mar es el dimetilsulfuro. Llamarlo DIMETILSULFURO me pareció la forma más bella y sutil de llamarlo morriña.

Los primeros artículos versaban sobre temas que surgían en clase, así que era un apoyo perfecto. Más adelante, cuando el blog fue teniendo más repercusión, supuso un incentivo para los alumnos, porque les proponía a ellos escribir artículos para publicarlos, y luego los exponían en clase, como divulgadores.

«Llamarlo DIMETILSULFURO me pareció la forma más bella y sutil de llamarlo morriña»

El éxito actual del blog es fruto del trabajo y, sobre todo, de la honestidad, ya que sólo escribo sobre lo que me interesa, con la confianza de que haya más personas con las mismas inquietudes que yo. Otro motivo importante es que creo firmemente que lo que hago es valioso, de lo contrario lo habría abandonado. Hubo un tiempo en que lo cómodo habría sido abandonarlo: de un modo sibilino se me puso en el brete de decidir si quería seguir siendo profesora en el centro en el que había empezado todo esto, o quería ser divulgadora, pero no ambas cosas. Es curioso cómo tener cierta repercusión puede ser entendida como un peligro en lugar de como una ventaja. Estar expuesto es positivo sólo si tienes algo positivo que mostrar.

«Estar expuesto es positivo sólo si tienes algo positivo que mostrar»

¿Cuándo te planteaste dar el salto y escribir un libro? ¿Elegiste tú la temática?

Disfruto escribiendo, desde siempre. Empecé a tomármelo en serio con la poesía. Publiqué un poemario, varias antologías y fui seleccionada en varios premios modestos. También escribo prosa. Alguno de mis relatos ha sido premiado y está publicado, y confío en que algún día la mayoría se convertirán en papel.

Con Todo es cuestión de química la publicación surgió a la inversa, no lo escribí y luego me moví para publicarlo, sino que me ofrecieron que lo escribiera. A las dos semanas de haber ganado el premio Bitácoras al mejor blog de ciencia con DIMETILSULFURO me llamaron del grupo Planeta para hacerme una muy buena oferta. Más o menos lo que me dijeron es que les entusiasmaba mi trabajo, mi forma de escribir, y que querían que escribiese un libro sobre todo lo que yo consideraba que los demás podrían disfrutar de la química. Me dieron total libertad y confianza para escoger el estilo y los temas a tratar, así que hice el libro que quería hacer y con el apoyo y los medios de una gran editorial. Este libro es un rotundo yo gano, tú ganas.

«Este libro es un rotundo yo gano, tú ganas»

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Los tiempos para el negocio editorial son muy importantes, así que tuve que trabajar duro. Respondo bien ante la presión porque soy muy organizada y minuciosa. Puedo pasarme horas y horas sin levantarme de delante del ordenador porque asumo que es lo que tengo que hacer, y sin que ello se note en el resultado final del libro, que es de lectura pausada y con un estilo literario muy cuidado.

Tuve que documentarme mucho y a contrarreloj, como cuando quiero sacar muy buena nota en un examen inminente.

Fueron unos meses muy intensos y que disfruté muchísimo, porque todo era el libro, lo más importante era que estaba dedicando lo mejor de mí, mis habilidades, a un proyecto en el que creía.

En el libro, acompañas las explicaciones de vivencias personales e historias. ¿Crees que eso humaniza la ciencia y la hace más digerible? ¿Empleas esas mismas herramientas cuando enseñas a tus alumnos?

En mayor o menor medida, esas historias son reales. La honestidad es la forma más infalible que tengo de conectar con los demás. Y eso es lo que pretendo cuando hablo de ciencia o de cualquier otra cosa que me apasione, que los demás entiendan y perciban esa emoción.

No me propuse humanizar la ciencia, ni siquiera hacerla digerible, sólo quería compartirla tal y como yo la siento, con mis inquietudes, mis peculiaridades. No somos tan diferentes como nos gusta creer, así que mostrar ciertas parcelas de mí que están conectadas por la ciencia, es un ejercicio de reconocimiento de uno mismo en los demás.

«La honestidad es la forma más infalible que tengo de conectar con los demás»

Cuando doy clase también comparto con mis alumnos muchas historias y reflexiones. Ante una clase soy yo misma con más intensidad. Me siento libre cada vez que tengo un público al que contarle algo que para mí es importante. Cuando mantengo una conversación con varias personas, siento que los demás escuchan a medias, porque en su cabeza está surgiendo otra conversación paralela. En una clase el profesor está en una posición privilegiada de la conversación, y en ese ámbito lo disfruto. En las conversaciones al uso, en cambio, soy de las que escuchan, adopto el papel de alumna.

En la portada aparece una representación del sistema periódico y explicas en el libro que siempre llevas encima una tabla periódica muy especial…¿Cuál es la mejor forma de representar el concepto de periodicidad y en qué radica su importancia? ¿Por qué la tabla periódica de Werner-Paneth, es la más conocida?

La tabla periódica es la mejor representación de nosotros mismos, de cómo intentamos entender nuestro universo. En todo buscamos un orden, una periodicidad que nos dé cierta ilusión de control y comprensión. Eso lo trasladamos al lenguaje, a las matemáticas, a la música… Intentamos ver patrones que luego convertimos en leyes físicas, en tablas periódicas, y eso nos da la pizca de sosiego que necesitamos para no dejarnos corromper por el caos.

La tabla de Werner-Paneth, es decir, la tabla periódica que todos tenemos en la cabeza, es la que incluye a su antecesora, la de Mendeléyev, pero con los cambios justos para que se adaptase a todo lo que conocemos ahora sobre los elementos químicos. Me gusta pensar que esos descubrimientos ya estaban ahí, solo por haber ordenado los elementos en función de su masa, lo demás estaba latente, preparado para ser revelado, como una película de suspense.

«La tabla periódica es la mejor representación de nosotros mismos, de cómo intentamos entender nuestro universo»

Respecto al contenido, ¿Todo es cuestión de química? ¿Incluso el amor?

En un sentido laxo sí, porque todo es cuestión de química –química entendida como sinónimo de atracción o afinidad–. Pero en sentido estricto la química como ciencia no explica el Amor, así en mayúsculas, ni lo pretende. Ninguna ciencia pretende dar respuesta a las grandes preguntas. La ciencia es prudente.

Dedicas un capítulo a lo extraordinario de lo ordinario, ponnos un ejemplo, algo sencillo que te maraville.

En el libro hablo del grafito, de la sal de mesa… de cosas cotidianas. Siento especial fascinación por lo ordinario, por los materiales proletarios más que por los ornamentales, precisamente porque me gusta esa sensación de haber descubierto algo hermoso que no es evidente, que no hace ostentación de su belleza. Ese tipo de descubrimientos tienen ese algo esencial y secreto que nos es revelado en cuanto conocemos la intimidad química de los materiales. Lo digo en el libro: se ha creado más belleza con una mina de grafito que con un diamante.

Me fascinan especialmente los hormigones, los aceros, los vidrios, el papel…

«Ninguna ciencia pretende dar respuesta a las grandes preguntas»

Se ha puesto muy de moda el término “natural” pero ¿hay química natural y artificial?

No. Esa distinción entre natural y artificial es impostada, porque la procedencia de una sustancia pura, venga de un árbol, de una piedra o de un laboratorio, no deja ningún tipo de huella.

Muchos de nosotros reducimos la cosmética a cremas y productos “supuestamente” milagrosos de rejuvenecimiento. Rescátanos de tamaño error. ¿Qué es la cosmética y cuáles son sus luces y sus sombras?

La definición oficial de producto cosmético es «toda sustancia o mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, protegerlos, mantenerlos en buen estado o corregir los olores corporales».

Reducir la cosmética a cremas rejuvenecedoras es obviar el 90% de la cosmética. Cosmética es un dentífrico, un desodorante, un gel de ducha, una crema para el acné…

La sombra de la cosmética, en muchos casos, es la publicidad, porque para el consumidor que tenga cierta cultura científica le puede sonar a tomadura de pelo. La luz de la cosmética es la ciencia que hay tras cada producto. Cuando entiendes cómo funciona la industria, cómo se desarrollan y prueban los productos, hay muchos prejuicios que se desvanecen.

«La sombra de la cosmética, en muchos casos, es la publicidad»

Como era de esperar, has dedicado un capítulo al vínculo entre ciencia y arte que tan bien conoces y sobre el que has dado conferencias y has escrito muchas entradas. ¿Quiénes crees que aprenden más leyéndolas? ¿Los artistas sobre ciencia o los científicos sobre arte?

Unos y otros aprenden. No me gustan esas artificiosas líneas divisorias entre áreas de conocimiento, y me da la impresión de que con mi trabajo voy estableciendo esos lazos en donde artistas y científicos se reconocen y se ponen en valor.

La situación ideal sería que el sistema educativo contemplase la ciencia y el arte como formas de conocimiento no excluyentes. Con el sistema que tenemos ahora estamos educando a los futuros incultos.

«La situación ideal sería que el sistema educativo contemplase la ciencia y el arte como formas de conocimiento no excluyentes»

Tengo entendido que, además, estás dedicando tu doctorado a esta unión arte-ciencia, ¿en qué se basa el trabajo?

Me he centrado en un tipo de relación muy concreta, para mí obviamente es la relación fundamental entre la ciencia y el arte, y es la ciencia como herramienta del arte. Herramienta en el sentido de que posibilita y condiciona al arte, ya que los materiales y las técnicas delimitan al artista; y por otro lado la ciencia como herramienta interpretativa. A partir del siglo XX, lo que yo sigo denominando arte contemporáneo, la cantidad de técnicas y materiales se ha hecho tan grande que cada elección es deliberada y suele atender a un criterio de significancia; por ejemplo, no implica lo mismo una escultura de hormigón que una de bronce. Poseer cultura científica nos ayuda a interpretar con mayor profundidad un gran número de obras de arte.

En mi trabajo de doctorado pongo de manifiesto ese vínculo entre la evolución del arte y de la ciencia y cómo ambas formas de conocimiento se retroalimentan.

Para acabar, miremos hacia el futuro, ¿cuáles son tus próximos proyectos?, ¿a qué te gustaría dedicar tu vida?

Mi proyecto más inminente está relacionado con todo lo que me gusta: el arte, la ciencia y la escritura.

Ya dedico mi vida a lo que me gusta, pero sigo esforzándome en hacerlo cada vez mejor y también en poder vivir mejor de ello. Quiero seguir enseñando, de la forma que sea, o siendo profesora, o siendo divulgadora, tanto de ciencia como de arte, o escritora, o compaginarlo todo, que sería la situación ideal y hasta la fecha, también la más factible.

Deborah con el libro