Yolanda González: «Mi papel es hacer imagen lo que las palabras no siempre pueden contar»

Uno de los regalos de Botánica insólita ha sido descubrir a la artista Yolanda González. Alguien con una habilidad única para fusionar delicadeza y fuerza. Para hacer emerger en cada trazo su  visión del mundo. La mirada personal de Yolanda perfila los detalles y los dota de vigor. Evoca y narra.

Durante su carrera, ha puesto su creatividad al servicio de muchas disciplinas (pintura, ilustración, diseño gráfico, interiorismo, etc.) y en todas ellas ha realizado trabajos destacados. Pero no hace falta consultar su currículum para darnos cuenta de una genialidad que emana en cada una de sus obras, que se percibe en la forma en la que ha dado vida a las palabras de José Ramón Alonso en Botánica insólita.

Es un verdadero placer poder entrevistarla y conseguir así, que todos podamos conocerla mejor.

Fotografía de Yolanda González

Fotografía de Yolanda González

Somos muchos quienes garabateamos de pequeños pero sois contados quienes poseéis verdadera destreza. En tu caso, ¿cuándo te diste cuenta de que poseías un talento especial?, ¿cuándo decidiste dedicarte a ello?  

Creo que el hecho de garabatear, dibujar o manosear plastilina, es un acto reflejo, una necesidad y un modo de expresión básico, la mejor manera de mostrarnos al mundo, y más cuando se es pequeño, donde la libertad es máxima. En mi caso, creo que debí llamar de alguna manera la atención, porque realmente me gustaba, me hipnotizaba. Si querían que me quedara quieta y callada, el mejor método era con un papel y un lápiz.

«No decidí dedicarme a esto, pero sí tome la firme decisión de no dedicarme a otra cosa»

Fue una profesora de la que aún recuerdo su nombre, cuando aún se les llamaba a los profesores por Don o Doña, en 5º de EGB, la que habló con mis padres y les dijo que intentaran incentivarme por este lado. A mi padre le faltó tiempo, y al día siguiente ya me había comprado un caballete, lienzos y el típico maletín de óleos, de esos que aún hacen que vuelva la cara al verlos pasar en un escaparate de alguna tienda de bellas artes, como si de unas preciosas botas se tratara, cada uno tiene sus vicios…

En realidad, no decidí dedicarme a esto, pero sí tome la firme decisión de no dedicarme a otra cosa. Era consciente de que el camino no sería el más fácil ni el más estable, pero siempre sentí que merecería la pena. Consciente de que tendría que esforzarme mucho para conseguir gastar la mayor parte de mi tiempo en hacer lo que me hiciera feliz, no he parado desde que me senté frente a ese caballete.

¿Qué sientes cuando dibujas?

Para mí hay diferentes formas de dibujar: por placer y por trabajo. Cuando se unen las dos la vida se me hace perfecta. Hasta que no dominas una técnica o un ámbito, ya sea el científico, arqueológico, el diseño… el acto de dibujar es aprendizaje y lucha, pero una vez se va dominando y los materiales se ponen a tu merced para que los manejes a tu gusto, el trabajo se convierte en placer. Pero siendo sincera, todo trabajo tiene sabor agridulce. Hay momentos en los que, ya sea porque un color se acopla perfectamente con el de al lado o porque una línea sale perfecta, realmente gano años de vida, me encuentro en un estado de euforia; y otros, sin embargo, en los que las cosas no fluyen como deberían, en los que una pequeña nube negra se asienta encima de la cabeza y es mejor salir a dar un paseo para que se vaya. Aunque después de tantos años trabajando en esto, los altibajos no están permitidos, una continua y continua hasta que las cosas salen. Soy un robot trabajando, y lo disfruto, no te creas, no hay nada mejor que pueda hacer, así lo siento.

«Todo trabajo tiene sabor agridulce»

Eso sí, cuando a última hora de la noche cojo mi blog preferido e invento mis propias historias, caricatureo a mis mejores colegas o investigo la forma de esa flor o animal que vi antes y me llamó la atención, el sentimiento es el de estar donde tengo que estar, no puede pasar nada que estropee ese momento.

Durante tu carrera has realizado trabajos de ilustración, interiorismo, diseño gráfico y pintura. ¿Con cuál de estas disciplinas disfrutas más?

La unión de todas ellas hacen que la ilustración sea mucho más fácil, más efectiva e incluso divertida, creo que dentro de mi trabajo nada sería lo mismo sin los conocimientos adquiridos en pintura o diseño.  La pintura me ha dado muy buenos momentos, siento la materia y los colores de una forma muy especial. El diseño gráfico me ha hecho entender el dibujo de otro modo, y me ha facilitado mucho el camino, ya no sé qué haría sin mi tablet y sin Photoshop. Saber cuándo hay que jugar en vectorial o no, por ejemplo, es algo que todo ilustrador debería conocer.

«Mi papel es hacer imagen lo que las palabras no siempre pueden contar»

Pero la ilustración divulgativa me apasiona. Cada proyecto es un nuevo reto, con el que aprendo muchísimo y lo comparto para que los demás también aprendan. No hay nada más gratificante que ser consciente de que gracias a un dibujo tuyo una persona puede descubrir un mundo nuevo o perdido, que pueda entender mejor el por qué ésta o aquella planta es tan especial y cómo hace lo que hace para defenderse o interactuar con otras plantas o incluso conocer cara a cara a un oso de las cavernas. Me siento la persona más afortunada del mundo cada vez que un científico contacta conmigo para pedirme que represente eso que tanto le ha costado averiguar.

Soy una apasionada del arte, es un verdadero motor de vida, pero creo, después de tocar muchas disciplinas, que mi papel es hacer imagen lo que las palabras no siempre pueden contar.

Yolanda González «Crocuta pleistoceno superior»

Yolanda González
«Crocuta pleistoceno superior»

¿Cómo nació tu interés por la ilustración científica?

Fui una niña y una adolescente curiosa, soy fácil de impresionar y la naturaleza siempre hizo que se me abrieran los ojos como platos. La prehistoria es un ámbito que ya desde pequeña me llenaba de intriga, de preguntas, pero no me dedique a ello profesionalmente hasta mi entrada como ilustradora en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, el (MAR), y me prendió tan fuerte que no ha dejado de ser mi prioridad desde entonces, hace ya unos ocho años. Fue una gran oportunidad poder dedicar, durante casi un año, todo mi tiempo a este ámbito, junto a arqueólogos, paleontólogos, biólogos, geólogos….Me contagiaron su pasión y transmitieron su conocimiento generándome cierta adicción.

Anteriormente trabajé en todo aquello que iba saliendo, desde la imagen corporativa de un restaurante, pintura mural, hasta ilustraciones para camisetas… Pero a la par seguía curioseando, abocetando, estudiando la naturaleza y nuestra relación con ella.

Estás especializada en paleoilustración, ¿cómo consigues plasmar de una forma tan fidedigna mundos pasados? ¿Qué es lo que te atrae de este tipo de ilustración?

La paleoilustración es apasionante. Uno de los puntos que más me gusta es el trato directo con arqueólogos, paleontólogos, biólogos, geólogos, restauradores…. Es un puzle que tiene que encajar a la perfección y cuando lo hace, entra la mano del ilustrador que, a través del conocimiento y los estudios de estos profesionales, expone, para el público, las imágenes dando forma a parte de sus investigaciones. Me parece algo precioso, difícil, pero fascinante. Estar en los yacimientos, in situ, en las jornadas de excavación, escuchar las conversaciones, hacer mil preguntas,… creo que es la mejor manera de empaparte bien. Aparte de la suerte de conocer a gente brillante, muchos de ellos grandes amigos ya, es la mejor forma de comenzar a entender.

«Los conocimientos de la humanidad avanzan más y mejor al compartirlos con el público no especializad»

En ilustración arqueológica el ilustrador es el que dibuja, pero tiene que haber un científico detrás, creo que esa es la clave para que una ilustración sea realmente fidedigna. Cada detalle cuenta, una cosa fuera de lugar, en el sitio equivocado o incluso una omisión, pueden armar un buen lio. Todo lo dibujado está pensado para que éste. Por eso hace falta un diálogo fluido y horizontal con el científico.

De este tipo de ilustración, me atrae todo. Cuando acabo un dibujo que tanto a mí como al equipo de científicos nos parece correcto, no puedo dejar de pensar en que ese hallazgo ahora se va a entender mejor. Creo que la divulgación científica es importantísima, los conocimientos de la humanidad avanzan más y mejor al compartirlos con el público no especializado, educamos sociedades y habitantes futuros. Se aprende a amar la ciencia. La ilustración ayuda en ambos casos, creo que la divulgación en ciencia debería ser acto obligado.

Quizás, a lo mejor gracias a la paleoilustración entendamos mejor los avances en las investigaciones, y consigamos, por ejemplo, que se cambie de opinión de manera definitiva en cuanto a los neandertales, viéndolos ahora, no ya como seres salvajes, sino como seres semejantes, capaces, por ejemplo, de pintarse la cara para identificarse en el grupo o de realizar una ceremonia intentado expresar algo importante en su mundo….Es una maravilla.

Yolanda González «Reconstrucción huida de un Neanderthal atacado por el oso de las cavernas (IPHES)» Publicación en mayo de 2015 en la revista 'Archaeological and Antropological sciences'

Yolanda González
«Reconstrucción huida de un Neanderthal atacado por el oso de las cavernas (IPHES)»
Publicación en mayo de 2015 en la revista ‘Archaeological and Antropological sciences’

Vayamos a la actualidad, ¿cuál fue el mayor reto al abordar la ilustración del manuscrito de Botánica insólita? ¿En qué consistió la mecánica de trabajo?

Sin duda el mayor reto fue hacerme a la idea de que debería estar a la altura de lo que el libro requería y poder corresponder a la confianza que tanto la editorial Next Door Publisher como el escritor José Ramón Alonso ponían en mi trabajo, sentí vértigo.

Cuando me llegaron los textos y comencé a leerlos no podía dejar de pensar «tengo que dejarme la piel en esto porque es maravilloso». Una vez leídos,  el siguiente reto fue organizarlo todo, buscar un estilo general y sacar de cada tema aquello que necesitara de ilustración. Uno a uno fui exprimiendo las historias y generando un primer storyboard de ideas que, una vez finalizado, mostré al equipo para empezar a descartar o afianzar. Una vez concluido este paso, empecé con el story de imágenes. Esta parte del trabajo consiste en documentar, documentar y documentar, e intentar plasmar con cuatro trazos lo que anda por mi cabeza y conseguir que acompañe al texto de manera correcta, armónica. Porque la ilustración científica tiene que ser precisa, fidedigna, no puede haber ningún hilo suelto. Después de que el equipo aceptara cada idea, mi obsesión fue encontrar un estilo innovador, atractivo, elegante, sutil y, a la vez, riguroso. Siempre que he tenido la oportunidad, la libertad de estilo, o a cuadrado con el proyecto, he intentado que los dibujos tuvieran dos puntos de vista; unos fragmentos a color y unos fragmentos a lápiz, bolígrafo o tinta. El color nos cuenta unas cosas del elemento representado, pero el lápiz nos cuenta otras, la línea nos muestra zonas y ángulos que el color tapa, y el color nos enseña sombras y recovecos que la línea deja pasar de largo. Todos estuvimos de acuerdo en que esta sería la línea del libro en cuanto a ilustración. El resto del proceso fue un contacto casi diario con el equipo: aprobando, cambiando, retocando cada dibujo hasta que estética y científicamente era óptimo. Me he sentido muy libre y cómoda ilustrando Botánica insólita, todo a fluido de manera suave, rápida y efectiva.

Yolanda González «Los más altos. Ilustración principal» Fuente: 'Botánica insólita'

Yolanda González
«Los más altos. Ilustración principal»
Fuente: ‘Botánica insólita’

¿Qué ilustración entrañó mayor dificultad?

Cuanto más complicado era el tema a tratar, mejor ha sido el resultado de la ilustración, y ahora con la distancia no recuerdo ningún tema más difícil que otro. Pero si lo pienso fríamente, la ilustración que entrañó mayor dificultad fue la portada y la contraportada, porque aunar tanto conocimiento, tanta botánica insólita en una sola imagen, que además es la carta de presentación del libro fue algo complicado, pero lo dicho, a veces las mayores dificultades generan los mejores resultados.

Para acabar, la pregunta más difícil: ¿Cuál es tu ilustración favorita de Botánica insólita?

Me cuesta mucho elegir una, es como una pequeña infidelidad hacia las demás. Si el autor fuera otro tendría un dibujo preferido de inmediato. Pero por supuesto no voy a despistar para no contestar a la pregunta, por mucha infidelidad que sea. Creo que la ilustración que más me emociona es la del tema 11, «Plantas amenazadas». Le robo la entrada de capítulo a JR: «Cuando hablamos de conservación de la naturaleza y especies en peligro de extinción, siempre pensamos en los linces, quizá en los tigres siberianos o en los osos panda, pero las plantas, aunque tengan menos glamour también tienen sus dificultades».

«Si no cambiamos mentalidades e intereses vamos a acabar rodeados de “preciosos” huecos»

Este capítulo nos habla de cómo la mano del hombre está intercediendo en el desarrollo natural de ciertas especies y como éstas están desapareciendo. Es un tema que realmente me preocupa y horroriza. Quería que la ilustración fuera amable, en apariencia, porque, como bien nos cuenta José Ramón, parece que las plantas no se extinguen, están desapareciendo de manera sigilosa, pero cada mano se lleva una especie dejando su hueco en el suelo. Si no cambiamos mentalidades e intereses vamos a acabar rodeados de “preciosos” huecos.

Es un tema realmente interesante. Bueno desde el primero hasta el último lo son. Espero que cada lector disfrute del libro tanto como lo he disfrutado yo, es una maravilla.

Yolanda González «Plantas amenazadas. Ilustración principal» Fuente: 'Botánica insólita'

Yolanda González
«Plantas amenazadas. Ilustración principal»
Fuente: ‘Botánica insólita’