Naturaleza invasora

Tamara Feijoo «LO QUE ACABA Y LO QUE QUEDA» Gouache y grafito sobre porcelana 30 x 30 cm 2015 Se ven dos hojas de papel blancas sobre una pared. En la de debajo se aprecian dos bichos bola y en una de sus esquinas se ven unos agujeritos

Tamara Feijoo
«LO QUE ACABA Y LO QUE QUEDA»
Gouache y grafito sobre porcelana
30 x 30 cm
2015

El método de trabajo de la artista Tamara Feijoo (Ourense, 1982) se asemeja al propio de la ciencia, concretamente al de los naturalistas. Tanto es así, que la etapa preliminar de su proceso creativo se puede asimilar a las fases iniciales del método científico. Esta etapa preliminar se basa en la observación, documentación, recogida de pruebas y dibujo en cuadernos de ejemplares de flora y fauna, de un modo historicista y evocadoramente vetusto. Tamara Feijoo presta especial atención a la representación realista y al uso de los recursos formales y técnicos característicos del estilo naturalista.

Muchos conocimientos científicos se han servido de las herramientas propias del arte para ser comunicados, desde los dibujos acerca de la histología, morfología y fisiología de las células nerviosas de Ramón y Cajal (1852-1934), los dibujantes F. Nuñez y Rafael Alemany que fueron guiados por el urólogo Salvador Gil Vernet (1892-1987), el botánico y naturalista William Bartram (1739-1823), la exploradora y naturalista Maria Sibylla Merian (1647-1717), el ornitólogo John James Audubon (1785-1851), el médico Ernst Haeckel (1834-1919) y un larguísimo etcétera compuesto mayoritariamente por naturalistas (1) que dejaron constancia de sus hallazgos por medio de dibujos.

Tras una primera fase en la que Tamara Feijoo reúne ese material objetivo, aséptico y plenamente científico, empieza la tarea en la que ese material ilustrativo y utilitarista queda desprovisto de su pragmatismo y es convertido en Arte, dotado de un fin subjetivo y metafórico. En manos de la artista, ese material científico, ese trabajo de campo, se emplea, tras su reelaboración artística, para construir un relato que, amparado en la realidad, construye otro universo trascendente que traspasa la frontera de lo útil.

Es habitual encontrarnos con soportes añejos, incluso ajados, en las obras de Tamara Feijoo, como papeles carcomidos, endurecidos y amarilleados por el paso del tiempo. El uso de este tipo de soporte tiene, a mi parecer, varios niveles interpretativos. El primero apela al romanticismo, al rescate o recuperación de lo que bien pudieron ser los fortuitos soportes en blanco de los antiguos naturalistas: cualquier libreta, libro contable o albarán en blanco que tuvo un dueño e historia puede servir para abocetar durante el estudio de campo. El segundo y más importante evoca el paso del tiempo, la huella de la vejez, la preponderancia de la muerte, la arruga permanente que se revela amarilla y frágil.

Tamara Feijoo «NATURALEZAS INVASORAS (ARCE)» Gouache sobre papel 25,2 x 34 cm 2011 Se ve la cara de un hombre del que le salen ramas con hojas de las orejas.

Tamara Feijoo
«NATURALEZAS INVASORAS (ARCE)»
Gouache sobre papel
25,2 x 34 cm
2011

Cuando el papel envejece, se vuelve amarillo, quebradizo y adquiere ese olor característico a libro antiguo, se debe principalmente a un proceso de oxidación acelerado por la luz, y apoyado muchas veces por otros procesos debidos a la acción de agentes bióticos como insectos y microorganismos (2).

El papel, desde mediados del siglo XIX, está formado esencialmente por tres componentes: fibras procedentes de la madera, carga y aditivos (3). Las fibras procedentes de la madera están formadas por cadenas más o menos largas de celulosa. La celulosa es un polisacárido lineal de glucosa entre cuyas fibras se establecen enlaces débiles por puente de hidrógeno que las hacen impermeables al agua y dan lugar a las fibras compactas que componen la pared celular de las células vegetales.

Esquema de las moléculas de celulosa

Estas fibras se mantienen unidas entre sí por medio de un polímero denominado lignina, que se elimina parcialmente durante la fabricación del papel, y que dota a la madera de suficiente rigidez como para que los troncos de los árboles se mantengan erguidos. El inconveniente de la presencia de lignina en el papel es le proporciona una coloración ocre-marrón. Esta coloración se elimina retirando la mayor parte de lignina (por adición de sustancias alcalinas en las que es soluble) y por blanqueo por medio de adición de cloro, peróxidos, o sulfitos (4).

El problema de la lignina es que nunca se elimina por completo del papel y, de forma natural, acelerada por la presencia de luz y humedad, se termina oxidando y recuperando su coloración ocre original. Este proceso está íntimamente conectado con la química de los radicales libres que intervienen en nuestro envejecimiento natural. Esa es la razón por la que el papel antiguo es amarillo.

En el proceso de oxidación de la lignina también se producen compuestos aromáticos que mantienen cierta similitud con la vainilla, de ahí que el olor a libro antiguo nos resulte agradable.

Además de la fibra procedente de la madera, el papel lleva carga. Al igual que en pintura, la carga suele ser de minerales blancos, materiales inorgánicos como el carbonato de calcio, caolín, mica, talco, sílice, yeso, o sulfato de bario (5). Como la carga es más económica que la celulosa, disminuye el precio del papel. La carga rellena todos los vacíos existentes entre las fibras, con lo cual el papel adquiere una superficie uniforme, al mismo tiempo que se blanquea, reduce su transparencia y mejora las condiciones para la impresión. La blancura del papel, su brillo u opacidad, dependen del tipo de carga y de la finura del grano (4).

Además de la carga, el papel suele llevar aditivos que actúan como ligantes, tales como las colas (colágeno), el almidón, el látex o el alcohol polivinílico (4).

Tamara Feijoo «NATURALEZAS INVASORAS (ARION LUSITANICUS)» Tinta china sobre muro/Gouache sobre papel 42 x 44 cm (medida dibujo) 2012/2013 Se ve un cuadro con un gusano en la parte superior izquierda de una pared. A la derecha y debajo de este cuadro están dibujadas dos plantas.

Tamara Feijoo
«NATURALEZAS INVASORAS (ARION LUSITANICUS)»
Tinta china sobre muro/Gouache sobre papel
42 x 44 cm (medida dibujo)
2012/2013

A través de la obra de Tamara atendemos a esa fascinación por el tercer paisaje, ese paisaje bautizado por el botánico Gilles Clément (6) que no es ni naturaleza –primer paisaje–, ni asfalto –segundo paisaje–, sino que es el arrabal, donde la naturaleza rebrota, asilvestrada y se apodera con sutileza de lo que fue suyo.

Entiendo las obras de Tamara Feijoo como fábulas, como relatos prosopopéyicos en los que la Naturaleza recupera su espacio, donde la hegemonía pertenece a plantas e insectos invasores que se nos muestran de forma ambigua y contradictoria: como amenaza y como comunión, causando miedo y a la vez fascinación (7).

La colonización de lo urbano crea azarosos jardines en movimiento (8) que Tamara atestigua en sus obras, nos muestra una Naturaleza amenazante que nos revela la finitud del ser humano, nuestra insignificancia en términos de lo sublime, frente a la fuerza regeneradora y destructora de la Naturaleza.

Esta dicotomía aparece en la pieza que encabeza este artículo, Lo que acaba y lo que queda y en otras muchas de Tamara, donde los insectos destruyen y a la vez embellecen con su brillante presencia lo que permanece del soporte, la ruina del papel.

Tamara Feijoo «Doppelgänger (mantis)» Témpera sobre papel 39,5 x 48 cm 2010 Sobre un papel con aspecto envejecido está dibujada una mantis que sujetan con cuerdas, desde diferentes lugares, pequeños hombres

Tamara Feijoo
«Doppelgänger (mantis)»
Témpera sobre papel
39,5 x 48 cm
2010

Una gran parte de los insectos capaces de destruir el papel están catalogados. El lepisma es un insecto que produce agujeros y cortes laterales en el papel, aunque a veces no llega a perforar de todo el soporte. El lepisma subvittata ataca al pergamino y las colas porque su medio nutritivo es preferentemente proteínico. Ocasiona orificios en forma de embudo, de margen limpio e irregular. El lepisma saccarina, en cambio, actúa con prioridad sobre el papel y provoca daños aparentemente similares a los del lepisma subvittata (2).

Las termitas, que pertenecen a la especie isóptera, se nutren principalmente de celulosa que muchas veces es fermentada precisamente por microorganismos. Forman galerías regulares y profundas tanto en maderas como en papel. Los nidos se encuentran en general lejos del lugar donde provocan el daño, por lo que es difícil eliminarlos si no se actúa directamente sobre el nido (2).

Fotografía de «La taberna del librero». Termitas en libro de Manuel Azaña.

Fotografía de «La taberna del librero».
Termitas en libro de Manuel Azaña.

Los anóbidos pertenecen a la especie de los coleópteros. De entre ellos cabe destacar el Anobuin punctatum y el Nicobeum cataneum. No precisan de microorganismos para actuar directamente sobre la celulosa. Ocasionan túneles de forma irregular (2).

Los microorganismos provocan generalmente la hidrólisis u oxidación de la celulosa a través de enzimas como la celulasa, que ocasionan las manchas típicas del papel deteriorado. Los hongos más frecuentes son el Aspergilus Niger, que ataca la celulosa, y los vibrios, bacterias que convierten la celulosa en polvo (2).

Tamara Feijoo Fragmento de la obra «Lo que acaba y lo que queda» Detalle de los dos bichos bola

Tamara Feijoo
Fragmento de la obra «Lo que acaba y lo que queda»

En la obra Lo que acaba y lo que queda aparecen dos oniscídeos, o «bichos bola». Suelen encontrarse en lugares oscuros y húmedos como maderas podridas, libros antiguos o rendijas y grietas constructivas, debido a que necesitan estar en contacto con una superficie húmeda para poder respirar (realizar el intercambio gaseoso por medio de unas laminitas ventrales al final de su cuerpo).

Los oniscídeos se alimentan de materia vegetal y restos animales, sus piezas bucales están adaptadas para masticar comida sólida, como pueden ser hojas y exoesqueletos de insectos muertos, y se asocian a hongos y bacterias que les ayudan a digerir la celulosa de la madera y el papel (2).

Si estos insectos pudiesen darse un festín de papel, tan solo dejarían a su paso un rastro mineral de carga, la fracción pétrea del papel.

Y llegados a este punto es de vital importancia fijarse, si uno no lo ha hecho todavía, en la ficha técnica de la obra Lo que acaba y lo que queda. La ficha técnica es la parte de la obra en la que el artista incluye el título (si lo hay), la técnica, los materiales empleados que él ha decidido enumerar y la fecha de finalización. La elección de la información registrada en una ficha técnica no es caprichosa, sino que en la mayoría de los casos aporta peso interpretativo. Esta obra es un claro ejemplo de ello.

LO QUE ACABA Y LO QUE QUEDA

Gouache y grafito sobre porcelana
30 x 30 cm
2015

Lo que acaba y lo que queda es un trampantojo: lo que parece papel, tan propio de la obra de Tamara Feijoo, ha sido sustituido por hojas de porcelana. La cálida blancura y la fragilidad de la porcelana dotan a esta pieza de un carácter quebradizo y perecedero, a pesar de que su apariencia sea blanda, como la de una platónica hoja de papel.

Tamara Feijoo Fragmento de la obra «Lo que acaba y lo que queda» Detalle de la esquina inferior derecha con agujeritos

Tamara Feijoo
Fragmento de la obra «Lo que acaba y lo que queda»

La porcelana que empleó Tamara para esta obra es porcelana Keraflex©, un tipo de porcelana, patentada por la empresa alemana Kerafol, que contiene, además de caolín, feldespato y arcilla, un polímero orgánico halogenado que actúa como aglutinante (9) y que permite crear hojas de grosor cercano al papel, y suficientemente flexible, antes de la cocción, como para poder hacer dobleces, plegados, estampados, punzonados y agujeros.

Durante la cocción, el aglutinante se calcina y el feldespato se ablanda hasta formar una matriz viscosa en la que el caolín y el cuarzo se movilizan y reaccionan químicamente hasta dar lugar a la compleja y variada estructura vítrea de la porcelana (10).

En esta obra lo que queda es lo pétreo representado a través de la porcelana. En este caso, la rigidez y fragilidad del soporte, el rastro de polvo, los insectos… todo nos hace pensar en la finitud, en cómo todos los elementos del universo están sometidos al mismo destino de un modo u otro, a desaparecer y, en ocasiones, a dejar una huella (11). Parte de esa huella la representa como una pintura expandida sobre la pared del espacio expositivo. La otra huella, la de esas hojas de papel invadidas por insectos, abandonadas, conforman una suerte de tercer paisaje doméstico que se ha vuelto de piedra, que se ha convertido en lápida; como una vanitas, como una metáfora de nuestra finitud frente a lo perenne de la Naturaleza y su capacidad de regeneración.

Una luciérnaga entre el musgo brilla

y un astro en las alturas centellea;

abismo arriba, y en el fondo abismo;

¿qué es al fin lo que acaba y lo que queda?

En vano el pensamiento

indaga y busca en lo insondable, ¡oh ciencia!

Siempre, al llegar al término, ignoramos

qué es al fin lo que acaba y lo que queda.

(…)*

*Fragmento de «Una luciérnaga en el musgo brilla» contenido en el libro En las orillas del Sar de Rosalía de Castro.

Fuentes:

(1) Robert Huxley, Los grandes naturalistas,  Ed. Ariel, 2007.

(2) Mª Carmen Sistach Anguera, Departament d’Història de l’Antiguetat de la Cultura Escrita, Conservación y restauración de materiales de archivo. Universitat de València, 1990.

(3) José A. García Hortal, Fibras papeleras, Edicions UPC, 2007.

(4) José Luis Villacañas Berlanga, Conservación y restauración de material cultural en archivos y bibliotecas, Biblioteca Valenciana, 2002.

(5) Max Doerner, Los materiales de pintura y su empleo en el arte, Ed Reverté, 1998.

(6) Gilles Clément, Gustavo Gili, Manifiesto del tercer paisaje, 2007.

(7) Catálogo de la exposición Naturalezas invasoras de Tamara Feijoo editado por el Museo de Arte Contemporáneo de A Coruña, 2013. Texto de Juan Francisco Rueda.

(8) Gilles Clément, Gustavo Gili, El jardín en movimiento, 2012.

(9) www.kerafol.com

(10) Profesor Javier Alarcón, Química de Materiales Cerámicos, 2015.

(11) Portfolio de Tamara Feijoo Cid en www.tamarafeijoo.es

Imágenes: ©Tamara Feijoo, www.latabernadellibrero.com, www.lidiaconlaquimica.wordpress.com