La última bebida de Sócrates

February James «Blind Contour Line Drawing» Es la imagen de un rostro abstracto que pretende reforzar la fealdad de Sócrates

February James
«Blind Contour Line Drawing»

«Amigo, tú que tienes experiencia de estas cosas, me dirás lo que debo hacer». A lo que el hombre contestó: «No tienes que hacer más que pasearte, mover las piernas; entonces te tiendes en la cama y el veneno producirá su efecto». Así diciendo, entregó la copa a Sócrates, quien la tomó con gesto amable, y sin inmutarse miró al carcelero y le dijo: «¿Crees tú que puedo hacer una libación a algún dios con el veneno?». El hombre respondió: «Preparamos, Sócrates, solo la cantidad que juzgamos necesaria». «Comprendo repuso Sócrates—; no obstante, antes de beberlo quiero y debo rogar a los dioses que me protejan en mi viaje al otro mundo». Y tomando la copa, sin vacilar, bebió el veneno. Hasta entonces, los discípulos que rodeaban a Sócrates habían podido contenerse sin manifestar su dolor, pero cuando el maestro hubo tragado el último sorbo de veneno, empezaron a llorar y gemir, y hasta uno de ellos, llamado Apolodoro, se deshizo en llanto, escapándosele un gran grito. Tan solo Sócrates se mantenía en calma. «¡Qué extraños ruidos hacéis! —les dijo—; he mandado que las mujeres se marcharan para que no nos molestaran con su llanto, porque yo creo que un hombre debe morir en paz. ¡Estad tranquilos y tened paciencia!» Cuando los discípulos oyeron esto, se avergonzaron y reprimieron sus lágrimas. Sócrates continuó paseándose hasta que sus piernas no pudieron sostenerle; entonces se tendió sobre el lecho. El carcelero le tocó los pies, preguntándole si lo notaba, y él contestó que no. Después le palpó las piernas y más arriba, diciéndonos que ya todo él estaba frío y rígido. Sócrates se palpó también y dijo: «Cuando el veneno llegue al corazón será el fin». Pronto empezó a ponerse frío de las caderas, y descubriendo entonces la cabeza, que ya se había tapado, dijo: «Critón, ahora me acuerdo que debo un gallo a Asclepio». «Se pagará, no lo dudes —díjole Critón—; ¿quieres algo más?…» Pero Sócrates ya no respondió a esa pregunta. Al cabo de uno o dos minutos pareció moverse y los que rodeaban el lecho lo destaparon. Tenía ya los ojos fijos, y Critón le cerró boca y párpados.

PLATÓN, Fedón

Corría el año 399 a. C. y Sócrates había tomado el “veneno de estado”, la copa de cicuta, tras ser juzgado, declarado culpable y condenado a muerte por despreciar  a los dioses atenienses y por corromper a los jóvenes, alejándolos de los principios de la democracia. En la Atenas posterior a Pericles, el empleo de veneno como modo de ejecución era algo habitual. Murió a los 70 años y aceptó serenamente este final…

Jaques-Louis David «La muerte de Sócrates» 1787 Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (EE.UU) Fuente: Wikipedia.

Jaques-Louis David
«La muerte de Sócrates»
1787
Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (EE.UU)
Fuente: Wikipedia.

Sócrates había nacido en Atenas en la época más espléndida de esta ciudad y de toda la antigua Grecia. Hijo de Sofronisco, cantero y de Fainarate, comadrona, en su juventud frecuentó el círculo próximo a Pericles, siendo versado en geometría, astronomía y filosofía natural, lo que hoy llamaríamos botánica y zoología. Era feo, dicen. Muy feo. Los bustos y las descripciones de su físico muestran un hombre muy poco agraciado, incluso rayando en lo grotesco. Y eso, en una sociedad que idolatraba la belleza, supuso un estigma con el que tuvo que cargar toda su vida, aunque a decir verdad, parece que no le importara mucho. Ser feo no era delito, pero sí pudo ser un agravante serio en su proceso. Era bajito, barrigón, con ojos saltones y nariz exageradamente respingona. Su físico era motivo de burla.

Escultura de Sócrates, obra de arte romana del siglo I d. C. Fuente: Wikipedia

Escultura de Sócrates, obra de arte romana del siglo I d. C.
Fuente: Wikipedia

Aunque también fue guerrero en la guerra del Peloponeso, donde incluso salvó la vida de su discípulo predilecto Alcibíades (y este le devolvería el favor salvando la suya años más tarde en la batalla de Potidea), su principal ocupación era discutir en el ágora con los ciudadanos atenienses porque estaba convencido de que su misión era enseñarlos a pensar. Iniciaba diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, pero curiosamente, ante las preguntas, solía responder con más preguntas. Decía que su oficio, igual que su madre ayudaba a parir hijos, era que la gente “pariera ideas”, la mayéutica, es decir, lograr que su interlocutor descubriera sus propias verdades.

Se casó ya mayor con Jantipa, famosa por su mal carácter y tuvieron tres hijos. No sé sabe cuál era la fuente de ingresos familiar porque algunos conciudadanos comentaban que su vida era tan austera que si un esclavo hubiera sido obligado a vivir así, habría huido.

No escribió ningún libro, ni fundó ninguna escuela de filosofía así que lo que sabemos se extrae de la obra de Platón, que fue discípulo suyo. Su célebre frase «Solo sé que no sé nada», se debía a que, como él decía, a diferencia de sus conciudadanos, era consciente de su ignorancia. Por eso luchaba contra ese desconocimiento tratando de estudiar el hombre y su comportamiento.

Partenón, uno de los principales templos de la Acrópolis de Atenas, construido entre 447 y 432 a.C. Sócrates, en su juventud y bajo las enseñanzas de su padre, realizó un conjunto de estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la entrada de la Acrópolis hasta el siglo II a. C. Fuente: Wikipedia.

Partenón, uno de los principales templos de la Acrópolis de Atenas, construido entre 447 y 432 a.C.
Sócrates, en su juventud y bajo las enseñanzas de su padre, realizó un conjunto de estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la entrada de la Acrópolis hasta el siglo II a. C.
Fuente: Wikipedia.

Sócrates respetaba las leyes de Atenas aunque evitaba la política. Así que su mayor crimen seguramente fue tener una gran soberbia y orgullo, así como una completa fidelidad a los principios que había defendido toda su vida. Siempre había sido crítico con el poder establecido, sin embargo no se exilió como otros y permaneció en Atenas durante el Gobierno de los Treinta Tiranos. El proceso que se le abrió no pretendía más que acallarlo o mandarlo al exilio. De hecho, la decisión de procesarlo tuvo 280 votos a favor frente a 220 en contra. Pero Sócrates era altivo y desafiante y, finalmente, esto le trajo la condena casi unánime de la asamblea. Podía haber escapado. Su ejecución se demoró casi un mes y en ese tiempo, los amigos que conservaba planearon su huida de la prisión, pero él se opuso porque aunque consideraba errónea su condena, reconocía que había tenido un juicio justo y prefería sufrir la injusticia a cometerla. Quiso acatarla y morir.

Desde entonces, los métodos de ajusticiamiento han visto horcas, hogueras, guillotinas, sillas eléctricas, o inyecciones letales, todo ello aparentemente más siniestro que la supuesta idílica muerte que tuvo Sócrates. Sin embargo, los síntomas del envenenamiento por cicuta, no cuadran con lo que se dice una muerte plácida…

Restos de la prisión estatal extramuros del Ágora de Atenas, donde se cree que estuvo preso y murió. Fuente: Wikipedia

Restos de la prisión estatal extramuros del Ágora de Atenas, donde se cree que estuvo preso y murió.
Fuente: Wikipedia

Veamos por qué.

Cicuta, la planta

La cicuta, es una planta herbácea bianual de la familia de las apiáceas, género Conium y especie maculatum. Es originaria de Europa y el Norte de África y suele crecer en zonas húmedas como orillas de los ríos, pero también en bordes de caminos y zonas sin cultivar, hasta el punto que es considerada una especie invasora en doce estados de EEUU.

Ilustración del siglo XIX de Conium maculatum. Fuente: Wikipedia

Ilustración del siglo XIX de «Conium maculatum»
Fuente: Wikipedia

Conium maculatum puede alcanzar hasta dos metros de altura. Tiene un tallo largo, pelado, con manchas purpúreas. Las flores, blancas y pequeñitas, están recogidas en agrupaciones en forma de sombrilla y sus frutos son pequeños y ovalados de color verde claro. Las semillas son  negras y sus hojas, quizá os recuerden a una hierba muy culinaria… fijaos bien en la ilustración. No en vano, un pariente próximo, la cicuta menor o Aethusa cynapium, es conocida como «perejil de perro», «perejil de las brujas» o el explícito «perejil de tonto».  Se han dado casos de envenenamiento de personas o ganado por ingestión accidental de esta planta al ser confundida con el perejil.

Hojas de cicuta, muy parecidas al perejil. Fuente: Wikipedia

Hojas de cicuta, muy parecidas al perejil.
Fuente: Wikipedia

La variedad que crece a orillas de los arroyos y estanques, la cicuta acuática o Cicuta virosa, es más venenosa que las variedades de secano y su porte es algo menor: mide entre sesenta centímetros y un metro de altura. Todas las variedades tienen un olor muy desagradable cuando se rompen o restriegan y contienen alcaloides tóxicos.

Coniína, el principio activo

Estos alcaloides están en toda la planta, aunque lógicamente sus proporciones son variables dependiendo de la etapa de maduración y las condiciones climáticas: siempre más abundantes en frutos verdes, y más en frutos que en flores.  El alcaloide responsable de la toxicidad de la cicuta mayor y sobre la que hablamos en esta ocasión, es la coniína, también llamado cicutina. Salvo rumiantes y pájaros que parecen ser resistentes, es un veneno violento para bóvidos, conejos y carnívoros y bastan pocos gramos de fruto para causar la muerte en humanos.

Decíamos que los síntomas de envenenamiento por cicuta no cuadraban con la  plácida muerte que tuvo Sócrates. Lejos de la parálisis ascendente que sufrió, la cicuta empieza a mostrar síntomas de intoxicación muy rápidos y bastante horribles ya que no se pierde la conciencia en ningún momento: fuerte dolor de cabeza, náuseas, diarrea, vértigos, dolor abdominal, sed, dificultad para tragar y hablar, vómitos violentos y parálisis de los miembros inferiores que va ascendiendo. A continuación tienen lugar la dilatación de las pupilas, la pérdida de coordinación, los estertores y el enfriamiento de las extremidades. A estas alturas el intoxicado no puede hablar debido a una parálisis de la faringe y de la lengua, aunque sigue consciente y finalmente, paraliza músculos respiratorios y muere por fallo respiratorio.

A pesar de la terrible agonía que provoca, la muerte por envenenamiento con cicuta, se consideraba en la época de los griegos «la muerte dulce», un privilegio caro al cual no todos los reos podían aspirar. ¿Cómo serían las otras?

A Sócrates no le dieron frutos ni hojas (6-8 g hubieran sido suficientes), sino el alcaloide puro. Una dosis letal de 0,2 g. Dado que es poco soluble en  agua pero muy soluble en alcohol, se contempla la posibilidad de que se la dieran disuelta en vino, e incluso que estuviera mezclada con otros narcóticos como el opio, lo cual suavizaría los efectos reales del envenenamiento.

No hay antídotos específicos frente a la coniína. Actualmente, con un vaciado gástrico, carbón activado, benzodiacepinas para las convulsiones y alguna asistencia mecánica renal y ventilación asistida, cabría la posibilidad de que la mejoría fuera rápida y total, siempre administrado rápidamente. Pero los centenares de ciudadanos que fueron ejecutados bebiendo cicuta durante el régimen de los Treinta Tiranos allá por el 404 a.C.  y el gobierno que los derrocó, no corrieron la misma suerte.

El brebaje era muy costoso de obtener y no todos los condenados podían pagarlo, así que en el caso de Sócrates, que como bien sabéis a estas alturas del relato no tenía fuente de ingresos (conocida, al menos) y vivía como un pobre, se lo pagaron sus discípulos. Para la preparación del veneno había que extraer el principio activo de las semillas de la planta, para lo cual, machacaban y molían las semillas en un mortero, les agregaban agua y dejaban reposar. Después, filtraban el preparado y ya estaba listo para ser administrado.

Además de ser el “veneno de estado” usado para ajusticiar en la Antigüedad, la cicuta tuvo otros usos. Está documentado que en épocas de hambruna, por el 63 a.C – 21 d.C., se suministraba forzosamente a los mayores de 60 años por el bien común, buscando que los alimentos disponibles fueran suficientes para el resto de la población. Ha sido usada como antiespasmódica y sedante nervioso para calmar dolores persistentes. Por este motivo, se aconsejaba su uso como antídoto para la estricnina. Tiene un efecto narcótico similar a la belladona y persistente, ya que se prolonga más de 40 horas. Por vía externa, se ha usado en linimentos para la ciática, neuralgia del trigémino y dolores reumáticos.

Es cierto que muchos de los fármacos que hay en la actualidad contienen un principio activo obtenido de plantas como el sauce, del cual se extrae el ácido salicílico, o la adormidera, cultivada desde hace 7000 años y que es la fuente de la morfina, pero una planta o las partes de esta, no es igual que el principio activo que se emplea en farmacología y esto ha sido así desde hace milenios. Parece que en la sociedad contemporánea se ha establecido la “vuelta a lo natural” potenciando que lo natural es mejor y más sano, de una forma que, en ocasiones, raya el ridículo.

¿Hay algo más natural que una planta herbácea que podamos encontrar en las orillas de los ríos? Natural es morirse, aunque mejor que no sea con ningún pariente del «perejil de tonto»…

Referencias

Emsley, J., The Elements of Murder. A History of Poison , Oxford University Press, Nueva York, 2005.

Muñoz Páez, A. Historia del veneno. De la cicuta al polonio. Ed. Debate 2012.

Pelta, R., El veneno en la historia, Espasa Minor, Madrid, 2000.