Pere Estupinyà: «Explico ciencia como excusa para poder aprenderla»

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Pere Estupinyà, químico y bioquímico, es un apasionado de la divulgación científica que ha descubierto en ella la mejor forma de aprender ciencia. Tanto es así que abandonó su doctorado en genética para dedicarse a ello por completo.

Ha sido Knight Science Journalism Fellow en el MIT y ha trabajado en los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, y como editor del programa Redes de TVE. También trabajó como consultor en la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo, y ha escrito en diferentes medios de comunicación. Es un omnívoro de la ciencia, y no pierde ocasión de robar cerebros científicos con el objetivo de difundir su preciado contenido. Es autor de El ladrón de cerebros (Debate, 2010), Rascar donde no pica (EnDebate, 2012) y S=EX2, la ciencia del sexo (Debate, 2013), el libro que nos inspiró para elegir la temática del mes.

La primera vez que conocí en persona a Pere fue entre bambalinas, mientras ambos esperábamos nuestro turno para dar una charla en Naukas Quantum. Era mi primera actuación en público y estaba hecha un manojo de nervios. Entonces Pere, se acercó a mí con una amplia sonrisa y me dedicó unas palabras de apoyo sacándole hierro al asunto. Tiempo después, también me animó cuando pedí consejo sobre lo que debía hacer para dedicarme a la difusión de la ciencia. Pere, el pura sangre de la divulgación científica, me ha demostrado que es una persona extraordinaria con tanto carisma como sencillez. Entrevistarlo hoy es otro sueño cumplido.

¿Por qué te dedicas a la divulgación científica?

En la presentación de mi blog decía que «explico ciencia como excusa para poder aprenderla», y continúa siendo así.

Empecé, hará unos 15 años, colaborando en un espacio de radio y escribiendo artículos en un periódico local, todo gratis, mientras hacía otro trabajo y terminaba mi tesina. En esos momentos divulgar era una afición, una motivación para leer más, y sólo hablaba de lo que me interesaba aprender. Me gustó tanto que me ofrecí a colaborar (también gratis) en el programa REDES de TVE, con la sorpresa de que tras conocerme me ofrecieron entrar a trabajar en el programa. Allí, además de aprender, al ver que podíamos llegar a tantas personas, apareció la motivación de tener un impacto positivo en la gente y en la sociedad. Suena naïve, pero por eso empecé –y todavía lo hago– a apoyar de manera altruista en el ámbito educativo o en la motivación a jóvenes.

«Al ver que podíamos llegar a tantas personas, apareció la motivación de tener un impacto positivo en la gente y en la sociedad»

Poco a poco, esa aventura que al principio pensaba pasajera se fue convirtiendo en mi profesión. Ahora, en ocasiones me toca tener una aproximación más pragmática y combinar proyectos más desinteresados con otros más rentables. Pero siendo sincero creo que mi principal motivación no es crear vocaciones, ni los ingresos, ni la exposición… sino estar conectado con los científicos, poder conocer laboratorios, y mantenerme al día en esto de la ciencia, que tanto me gusta. De hecho, en ocasiones, con la excusa de que soy divulgador voy a sitios o converso con investigadores sabiendo que quizás no publicaré nada. Las pasadas navidades fui a Los Álamos y hace unos meses estuve en Fukushima por ilusión personal, no por contarlo después. Estoy satisfecho porque cuando divulgo creo que hago algo positivo para la sociedad, pero mi gran motivación es el interés propio que tengo en la ciencia. A veces me siento más público que divulgador.

¿Cómo surgió la idea de hacer un libro sobre la ciencia del sexo? Por un lado entiendo que es una temática muy atrayente pero ¿no crees que en la sociedad todavía hay cierto reparo a hablar de este tema?

Lo he explicado varias veces, pero prometo que todo empezó en un congreso de la Society for Neuroscience donde conocí a una investigadora (Mayte Parada) que estimulaba con un pincelito el clítoris de ratas que tenían diferentes combinaciones hormonales. Estaba estudiando la química del deseo y placer sexual. La conversación fluyó tan bien, y sacamos tantos otros temas, que me quedé pasmado al ver que en casi 10 años de divulgador nunca había escrito sobre la ciencia del sexo. De hecho, pocos colegas lo habían hecho de manera seria, y vi que había una oportunidad. Meses después a mi pareja se le dilataron las pupilas teniendo un orgasmo (os lo juro de nuevo) y decidí entrevistar al jefe de Mayte para escribir un artículo. La conversación telefónica con Jim Pfauss duró casi 2 horas y me explicó cosas alucinantes sobre fisiología del orgasmo, medicina sexual, condicionantes psicológicos, dolor y placer, psicobiología del sexo, estudios sociológicos… quedé convencido de que daba para un libro. Pagué de mi bolsillo un viaje a Montreal para conocer el laboratorio de Jim en la Concordia University y preparar una propuesta de libro, que mi editor aceptó encantado. Veía tanto potencial, que lo estuve escribiendo casi en secreto, sin explicárselo a nadie, por miedo a que me pisaran el tema.

Sobre si hay reparo en la sociedad… no sé. En España yo no percibo tanto. Bastante más en América Latina. Creo que esto está cambiando muy rápidamente, pero que nunca dejará de ser un tema privado (y no está mal que así lo sea).

Te entrevistaste con personas de ámbitos muy distintos para documentarte. ¿Eran muy diferentes las reacciones de unos u otros cuando les explicabas tu proyecto?

Lo que más me sorprendió es que algunos investigadores no querían hablar conmigo porque habían tenido malas experiencias con la prensa. Decían que era muy importante comunicar, pero tenían miedo a la distorsión. De hecho en el congreso de la International Academy of Sex Research medio me vetaron y no podía entrar a las charlas, sólo entrevistar a gente fuera. Me extrañó pues estoy acostumbrado a que los científicos sean muy transparentes.

«Algunos investigadores no querían hablar conmigo porque habían tenido malas experiencias con la prensa»

Fuera del mundo científico visité clubs de sadomasoquismo, de swingers, talleres de tantra, hablé con intersexuales, poliamóricos, fetichistas, hipersexuales, fui a una operación de cambio de sexo, conocí discapacitados, multiorgásmicas y multiorgásmicos, actores y actrices porno, asexuales… y todo tipo de personas “convencionales”. Sí, vi por ejemplo que en el mundo del porno todo es muy superficial y poca gente te habla con franqueza, que los practicantes de BDSM están muy interesados en explicar bien sus circunstancias, que entre swingers hay más secretismo… pero al final depende mucho de la persona. Siempre suele haber más diversidad dentro de un grupo que entre grupos.

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¿Cuánto tiempo empleaste en el proceso de documentación?

De manera puntual estuve recopilando ideas sueltas, conversaciones, y algunos papers desde mediados 2010. Me puse a trabajar en serio en septiembre de 2011, que empecé a empollarme el completísimo libro de texto de 600 páginas Human Sexuality (LeVay S.), y a hacer entrevistas, ir a congresos, meterme en saraos, y leer infinidad de artículos científicos. La escritura empezó en marzo 2012, combinada con documentación, y para enero 2013 el texto quedó cerrado. Se publicó a finales de marzo de 2013.

¿Quién o cuál fue el gran descubrimiento de tu investigación? ¿Con qué entrevista o momento te quedarías?

Descubrimiento “sexual” fue el sexo tántrico. No comments. El científico fue la relación entre el sistema nervioso simpático y parasimpático con la excitación, la llegada del orgasmo, el placer, el estrés… es interesantísimo, y explica muchas cosas. ¿Entrevista o momento? Muchos: la visita al Kinsey Institute, el scanner cerebral mientras me autoestimulaba, la primera vez en un club swinger, el taller de meditación orgasmática, la cirugía de cambio de sexo que vi en directo… y sin duda, otros inconfesables.

¿Esperabas que tuviese tanto éxito?

Esperaba que tuviera más. El libro tuvo bastante impacto mediático, pero no fue un éxito de ventas. Comparado con otros libros de divulgación funcionó, pero tanto yo como la editorial esperábamos más. Creo que salió en un momento extraño, después de las sombras de grey al mismo tiempo que muchos otros libros sobre sexo. Quizás también era un pelín demasiado largo y le faltaban dibujitos para hacerlo más apetecible, pero el contenido creo sinceramente que es muy bueno, y pensamos que se vendería más.

«El libro tuvo bastante impacto mediático, pero no fue un éxito de ventas»

Otra cosa a destacar es que no hubo manera de aprovechar el tirón para impulsar proyectos serios en temas de salud o educación sexual. Todo el mundo dice que hace falta mejor información, especialmente a jóvenes, pero cuando hablas con instituciones para proponer cosas en esta dirección, no se atreven. Y si vas a empresas como Durex o Boston Medical Group, que supuestamente tienen cierta responsabilidad en esto, la primera te dice que a ellos les interesa el erotismo, y la segunda que no tienen recursos mientras pagan un pastón por poner anuncios en portadas de diarios deportivos. No sé… la verdad es que viendo las encuestas de disfunciones y problemas asociados a la sexualidad, y la falta de información para obtener mejor bienestar, me quedé con ganas de lograr más en este tema.

¿Cuál fue la situación más atípica que viviste?

Una sala de Yoga en NY con 25 personas estiradas bocarriba, con las piernas separadas, respirando durante varios minutos, supuestamente moviendo la energía por sus chakras, y de repente a orden de la experta empezar a gemir todos juntos como si tuvieran un orgasmo simultáneo. También fue atípico lo que vi en un club de fetichistas en NY. Ah, y Mayte estimulando el clítoris de las ratas con un pincelito, claro.

«Nos falta hacer más ciencia de la divulgación científica»

¿Qué mejorarías en el campo de la divulgación científica?

Creo que nos falta hacer más ciencia de la divulgación científica. Saber qué funciona mejor y qué peor. Nos guiamos más por intuiciones que por evaluaciones. Yo veo por ejemplo muchas iniciativas enfocadas a crear más vocaciones científicas entre estudiantes de secundaria, por ejemplo, pero nadie me argumenta con datos y mediciones cuales tienen más impacto. El otro día me explicaban –por ejemplo– que la ESA había evaluado un programa muy ambicioso de divulgación, y vio que no funcionaba; que eran recursos malbaratados. Y hay más ejemplos. No sé si es lo principal, pero yo aquí veo una vía de mejora.

De todas las actividades que haces en torno al mundo de la divulgación científica ¿con cuál te quedarías?

Los viajes y conferencias. Por la cercanía con el público, y porque siempre me quedo algunos días extra a conocer científicos y explorar el lugar.

¿Cuáles son tus futuros proyectos?

El nuevo libro que se publica el 7 de abril Comer cerezas con los ojos cerrados, que es un poco saga de El ladrón de cerebros, y el estreno del programa El Ladrón de Cerebros en TVE. Le estamos poniendo un esfuerzo e ilusión enorme en este programa, y ojalá guste lo suficiente como para que tenga continuidad.

Pere nos acompañó en la presentación de «The Art of Transforming Science»

Pere nos acompañó en la presentación de «The Art of Transforming Science» en Barcelona